Al final del oscuro pasillo brillaba una luz. Ahí se encontraba ella, sentada en su trono. Era una reina con su corona repleta de piedras que refulgían con un resplandor divino. Para llegar a su presencia había que atravesar la negrura repleta de telarañas, había que moverse como quien nada en un líquido denso, difícil de navegar. El suelo era irregular y las piedras se enterraban en las plantas de mis pies haciéndolos sangrar. Atravesé el corredor repleto de moho y las tinieblas dieron paso a la luz. La luz me reveló su cara. Su cara que era la de la muerte y en ella profunda e indiferente encontré la paz.
Black Dot
05 de November de 2019 / 17:50
Su majestad 05 de November de 2019 / 17:50
Black Dot
Saludos 07 de November de 2019 / 22:10
La Coordinación de La Marina
 

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