Esos hombres güeros estaban aferrados en entrar a mi casa, no podía hacer mucho. Las balas y los cañonazos volaban por los aires dejando una ráfaga de viento cortado y olor a pólvora. Mis compañeros caían muertos en el piso uno a uno y con el rostro empapado de sangre. Los últimos cinco que quedaban y yo, defendimos hasta la muerte nuestro honor, subimos las escaleras y ya nos encontrábamos en la parte más alta del castillo, teníamos detrás al enemigo. En un acto de locura preparé mi mosquete y los últimos dos tiros que tenía los apunté al pecho de mis compañeros, el resto del grupo se quedó perplejo al ver que los había traicionado, a los dos siguientes los asesiné con mi bayoneta, solo quedaba uno, tenía la bandera de México, me rogó por su vida y me preguntó por qué lo hacía, -es preferible morir a manos de tus compañeros que de esos idiotas- le dije y lo arrojé por la ventana envuelto en el pedazo de tela. Llegaron al cuarto las líneas enemigas, estaba yo solo con los cuatro cadáveres a mis pies, saqué una pistola de entre mis ropas y con la única bala que había guardado para mí, apunté a mi cabeza y jalé del gatillo. Que alivio, la historia dirá que somos héroes y el que estaba tirado sin vida en los riscos de Chapultepec sería el más valiente de todos.
Sadam Hernández
12 de November de 2019 / 17:54
El más valiente. 12 de November de 2019 / 17:54
Sadam Hernández
 

Para poder escribir en la Marina, tienes que registrarte como usuario o ingresa.