En la catedral no hay altar o no había, tiene tiempo que no voy. El cristo estaba suspendido por medio de finos cables, parecía flotar sobre nuestras cabezas. No parecía Dios hijo sino alguien que había aprendido a volar sin alas y veía hacia abajo como midiendo el espacio que le quedaba antes de tocar la tierra. Los pilares se alzaban, como arboles de cemento, hasta la bóveda alta y reventaban en vitrales coloridos que semejaban el cielo y los atardeceres de las diferentes estaciones del año. Había un espacio en las alturas para el coro, sus voces angélicas que trastocan la sensibilidad humana. Sus torres altas y como hechas a la orilla del mar, con arena. A mí me quedó el tranvía que, no sé porque, imagino rojo, el cuerpo maltrecho del arquitecto en un día gris en medio del verano. Uno de esos días que están hechos para morirse de una vez.
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15 de November de 2019 / 11:50
Catalán 15 de November de 2019 / 11:50
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Taller del día 15 29 de November de 2019 / 13:32
Grog
 

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