Alabastro Bola de Nieve, el enano administrador de la lista de las cartas de los niños en Navidad acudió con el jefe.
—Patrón, Santaclós, Papá Noel o como hayas decidido llamarte hoy, con la novedad de que ya no aguanto. Con esta maldita explosión demográfica, llevo casi cien años sin salir de vacaciones como los demás —. Después de una pausa reflexiva continuó su queja.
—Me paso todo el año procesando la base de datos, doy de alta a los nuevos, de baja a los mayorcitos y a los que llama el jefe de jefes, hago cambios de domicilio, encuestas de preferencias, aplico filtros, preparo estadísticas y mucho más. Y todo, a mano limpia —. Tomó aire y prosiguió.
—Luego, en menos de un mes, debo leer, clasificar y archivar millones de cartas; después hacer los pedidos para que, al día siguiente de la Nochebuena, tenga que reparar y corregir errores, ordenar devoluciones, cambios de talla, atender quejas… ¡Uf!, ¿no te parece demasiado?
—De ninguna manera mi querido amigo — replicó Santa alisándose la barba. —Tú eres capaz de eso y más. Tu talento y competencia no están a discusión, los índices de error son despreciables, las quejas son mínimas, y yo no sé qué haría sin ti. Además, tienes casa, vestido y sustento gratis en esta villa VIP, eres famoso y los niños de todo el mundo te adoran. Creo que solo te falta un poco de motivación para dar ese “plus”. ¡Anímate!
—Tienes razón, jefe. Tu sabiduría me sorprende. Veo que solamente me faltaba un motivo y acabas de dármelo. Para demostrarte que soy capaz de dar ese paso, ¡renuncio!