Rabo verde
Don Polo es viudo. Desde entonces sus hijos intentan llevárselo, pero el viejo no aguanta en casa ajena más de tres meses. Siempre vuelve a la suya; donde la mujer falta como nunca. No porque la amara mucho sino porque no hay quien lo lidie con sus caprichos y sus achaques. Tiene sus prospectos, pero la que lo alebresta es la tendera: treinta años menor, de buenas carnes y grandota como a él le gustan. Le habla quedito de sus tierras, de sus necesidades. Ella lo escucha y nomás. Es buena gente y no quiere herirlo diciéndole que el pellejo le da asco, que prefiere la zanahoria fresca, robusta. La mía, claro.
Chamaco de porra
12 de March de 2020 / 16:57
12 de March de 2020 / 16:57
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