¡Claro que sí!
Hago los ajustes indicados y si hay que pulir otra cosa, trabajamos en ello. Gracias.
Esperanza
Sus setenta años no le estorbaban. Era fuerte, vital todavía. Iba y venía por donde quisiera sin que nadie se quejara. Viejos los cerros, se decía siempre al toc-toc de su bastón. Recorría pasillos, atravesaba jardines y llegaba hasta la reja de la calle para mirar el mundo a través de ella. Luego, venía el enfermero y lo llevaba de regreso a la comunidad de aquel asilo. Lo sentaban en una banca, en la que debía aguardar la llegada de lo que tocase: el desayuno, la comida, la cena; la muerte.
Esperanza
Sus setenta años no le estorbaban. Era fuerte, vital todavía. Iba y venía por donde quisiera sin que nadie se quejara. Viejos los cerros, se decía siempre al toc-toc de su bastón. Recorría pasillos, atravesaba jardines y llegaba hasta la reja de la calle para mirar el mundo a través de ella. Luego, venía el enfermero y lo llevaba de regreso a la comunidad de aquel asilo. Lo sentaban en una banca, en la que debía aguardar la llegada de lo que tocase: el desayuno, la comida, la cena; la muerte.
Frío sideral
14 de March de 2020 / 17:33
14 de March de 2020 / 17:33
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