En su cabeza medio calva y canosa todavía resuenan las palabras de su padre antes de morir a consecuencia de la edad, los excesos y la vida sedentaria: "Que el tiempo no se te vaya por entre las manos como a mí, Enrique. No dejes que se detenga, ni lo pierdas o juegues con él. Es importante que recuerdes que cada hora y minuto son valiosos, no te distraigas en tonterías. Nunca lo pierdas de vista, porque cuando eso ocurra será demasiado tarde"

Desde aquel día, se esmera en darle cuerda a cada rato al reloj de bolsillo que, detenido unas horas antes, recibió del moribundo. Al terminar lo acerca a la oreja, comprueba que funciona, y lo guarda con cuidado en una caja de cristal a la que jamás le quita el ojo de encima.
Serpico
17 de March de 2020 / 17:48
Tic-tac, tic-tac 17 de March de 2020 / 17:48
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