Todos en el pueblo lo conocen como Van Gogh, el pintor. En su plática relata que cierto día, sentado en un banquillo frente a la pared, pintaba noches estrelladas en total abstracción en el dormitorio. Escuchó un ruido extraño y un fuerte dolor lo hizo desvanecerse. Con tristeza y decepción se lamenta de lo sucedido. Quisiera que la mutilación sufrida a causa del plafón que se desprendió del techo le trajera reconocimiento y fama, como aconteció con un tío medio loco que usó una navaja hace años. Mientras eso ocurre, se limpia la cara y las manos, recoge sus brochas y botes de pintura y se aleja rumiando sus penas por la calzada.