Odio: su fama, aunque menos su egocentrismo; sus colores, salvo los de su rostro y sus manos; sentir la frialdad del suelo, no la calidez de su cabello cuando es invierno; ver sus piernas, jamás las sentí tan cerca, y su cuchillo, realmente me acostumbré a verle cuando lo usaba para el queso; y su sangre, la nuestra. Amo estar arriba y ahora, pues, abajo estoy: lo aborrezco, aunque me alegra que esté incompleto: yo fui antes que su fama: estuve durante su (de)formación.