A LA FINAL
Cuestión de higiene
Elegía a las víctimas por Internet. El catálogo de candidatas parecía ser inagotable. El anonimato era mi cómplice; la búsqueda de satisfacción mutua, el pretexto; un cuchillo, el arma predilecta y la sorpresa, mi principal aliada. Lo hice por varios años hasta descubrir que se había convertido en una adicción, más poderosa que cualquier droga y que, por su bajo costo, sería difícil de erradicar. Frente a la posibilidad de ser catalogado como un asqueroso asesino serial y un inmundo adicto, no me quedó más opción que contratar a dos sicarios que, tras la consumación de los actos amorosos, se encargaran del trabajo sucio para mantener mis manos limpias.
Elegía a las víctimas por Internet. El catálogo de candidatas parecía ser inagotable. El anonimato era mi cómplice; la búsqueda de satisfacción mutua, el pretexto; un cuchillo, el arma predilecta y la sorpresa, mi principal aliada. Lo hice por varios años hasta descubrir que se había convertido en una adicción, más poderosa que cualquier droga y que, por su bajo costo, sería difícil de erradicar. Frente a la posibilidad de ser catalogado como un asqueroso asesino serial y un inmundo adicto, no me quedó más opción que contratar a dos sicarios que, tras la consumación de los actos amorosos, se encargaran del trabajo sucio para mantener mis manos limpias.
José M. Nuévalos
01 de May de 2021 / 06:54
01 de May de 2021 / 06:54
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