Por favor, tomar en cuenta esta versión
Mientras su esposo conquistaba mujeres, ella bebía ambrosía en un rincón. Él era el alma de la fiesta. Se transformaba en cisne, toro, águila a petición del público femenino. Con sus ojos puestos en su marido, Hera no se percató de aquel tallo membrudo que le maniató las piernas y la arrojó al suelo. Príapo había desenrollado su virilidad e intentaba tomar a la diosa a la fuerza a vista y paciencia de los demás invitados que, borrachos, reían de la escena. Pero de la multitud, acudió un burro que de una coz, puso en fuga al agresor. En agradecimiento, Hera le concedió el don a su salvador que, hasta entonces no era muy dotado, poseer la más notable espada.de entre hombres y animales,
Malvadisco
12 de August de 2017 / 10:23
12 de August de 2017 / 10:23
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