La joya, de Malvadisco
Con su mochila al hombro, camina por el sendero bordeado de pinos. El aroma a resina la hace internarse entre las coníferas. Respira profundo con los brazos elevados para energizar el cuerpo. Siente un golpe en la cabeza. Un escupitajo de miera cae desde la copa de los árboles y la inmoviliza. La sustancia se aglutina en torno a ella y la aprisiona dentro de una cápsula de goma vegetal. Solidificada en el glóbulo ambarino, la joven queda a merced de una fuerza que la transporta fuera de este mundo. Como en una percha de cristal, desde un agujero negro, contempla el orbe celeste, balanceándose al igual que un pendiente en la oreja del titán.