Seguimos pese a todo
En la hora de las complacencias, desde la confinación en mi tarde lenta pero no tardía, para que llegue con la luna:
Los hermanos van Gogh
Las primeras pinceladas de luz se cuelan por la pequeña ventana. La habitación es modesta: apenas la cama, dos sillas y una mesita. Algunos cuadros y dibujos lucen en las paredes. El hombre, que recién despierta en total desconcierto al sonar el teléfono, se incorpora.
– Hola, Vincent; habla Theo, ¿cómo te encuentras?
–Disculpe, no escucho bien.
–¿Qué pasa?, ¿enfermaste otra vez?
–Voy a cambiarme el auricular para el otro lado. Aquí pasa algo raro –exclama mientras revuelve la cama y busca entre la decena de bocetos a medias que se esparcen sobre ella.
–¿Qué sucede, hermano?, ¿estás bien? Hablaba para ver si te falta algo.
–Sí, Theo, mi oreja. No la encuentro desde anoche.
Creo que esta arroz ya se coció. Esta sería la versión definitiva si no tienes alguna sugerencia u objeción.
Gracias. Felices sueños
Los hermanos van Gogh
Las primeras pinceladas de luz se cuelan por la pequeña ventana. La habitación es modesta: apenas la cama, dos sillas y una mesita. Algunos cuadros y dibujos lucen en las paredes. El hombre, que recién despierta en total desconcierto al sonar el teléfono, se incorpora.
– Hola, Vincent; habla Theo, ¿cómo te encuentras?
–Disculpe, no escucho bien.
–¿Qué pasa?, ¿enfermaste otra vez?
–Voy a cambiarme el auricular para el otro lado. Aquí pasa algo raro –exclama mientras revuelve la cama y busca entre la decena de bocetos a medias que se esparcen sobre ella.
–¿Qué sucede, hermano?, ¿estás bien? Hablaba para ver si te falta algo.
–Sí, Theo, mi oreja. No la encuentro desde anoche.
Creo que esta arroz ya se coció. Esta sería la versión definitiva si no tienes alguna sugerencia u objeción.
Gracias. Felices sueños
Serpico
11 de April de 2020 / 17:29
11 de April de 2020 / 17:29
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